Sabemos de sobra, al iniciar la publicación de estos artículos, que carecemos de los conocimientos necesarios para profundizar en la entraña viva del problema, aportando al acervo común el fruto de nuestras investigaciones.
Los trazos que nuestra pluma grabe sobre las cuartillas no tendrán el vigor y la belleza de las cosas vivas, pero pueden tener —y esto es lo que se desea— el acierto de incitar a otros compañeros que poseen una mayor preparación cultural a escribir sobre este tema, enseñándoles a los trabajadores mecánicos lo que significa «la transformación científica del trabajo».
En opinión nuestra, ni puede ni debe diferirse el hablar de este enunciado.
Obligan a ello razones poderosísimas, que se hacen más ostensibles cuanto mayores son las complejidades que la resolución del problema de los sin trabajo trae consigo.
En la anormalidad de las circunstancias presentes —dentro del actual sistema de producción industrial— ha de buscarse la fórmula que permita el feliz tránsito a una nueva concepción de lo que debe ser la «aplicación del esfuerzo humano a la creación constante de trabajo realizado».
Paralizada en parte la potencia constructiva de las industrias españolas, decrece su capacidad como elemento productor y, como consecuencia lógica de esta inadaptación del elemento patronal para trasformar progresivamente los medios del trabajo, facilitando con ello el desarrollo floreciente de la producción industrial, surge la crisis de trabajo, que representa para los obreros sufrimientos incalculables.
Quienes así viven, sufriendo más directamente las consecuencias que se derivan de este hecho anormal, piden constantemente a los dirigentes de su organización facilidades para resolver su problema, que es únicamente ¡el de encontrar trabajo!
No vale decir en estos momentos que el problema de los sin trabajo se ha producido en todo el mundo como una derivación monstruosa de eso que se llamó la Gran Guerra.
Quien permanece inactivo forzadamente lo único que desea ¡es trabajo! Porque con su esfuerzo personal alcanza lo indispensable para poder vivir.
La escasa preparación cultural de la clase obrera no le permite asimilarse con facilidad lo que representa para su vida futura la transformación que en el mundo se opera al analizar el valor moral del trabajo.
Y ésta es la labor a la cual deben consagrar todas sus actividades los hombres que tienen una responsabilidad en la dirección del movimiento sindical.
Nada de acciones esporádicas, que sirven únicamente para insensibilizar a las masas obreras. Cuanta mayor gravedad tengan nuestros problemas, mayor serenidad y suficiencia se requiere para resolverlos.
Y al logro de esa finalidad únicamente queremos consagrar estos artículos.
La transformación científica del trabajo, aplicada a todas las manifestaciones colectivas de la producción industrial, ¿qué significación tiene esta nueva modalidad de orientar la acción dinámica del trabajo, y en qué términos podrá beneficiarse la clase trabajadora por su mayor aportación de trabajo acumulado?
A nuestro juicio, de la siguiente forma: La ciencia positiva —realidades hechas carne viva—, aplicada a la dirección técnica de las grandes factorías, se determinará por la imposición de ciertas modificaciones preliminares, que, recogiendo el valor representativo de la mano de obra, lo apliquen con mayor suficiencia al perfeccionamiento de la producción realizada.
Pero permítaseme el que, antes de señalar las posibilidades que encierra para el mejoramiento de la clase obrera la aceptación de este sistema de trabajo, más humano y más justo, que confirma plenamente las razones en que se fundamentarían nuestras críticas del sistema social hoy dominante, analicemos primeramente la psicología de los elementos que integran la dinámica del trabajo.
Sin una completa definición de lo que cada uno de ambos basamentos de la industria representa y vale —definición que en el orden de los hechos significará un reconocimiento tácito de la propia personalidad—, no puede ni debe pensarse seriamente en que se lleven a un feliz término estos atisbos de mejoramiento social por cuya consecución tanto se esfuerzan los hombres libres de todos los países del mundo.
Mientras esta labor de crítica constructiva se realiza, la clase trabajadora debe intensificar su acción cultural para mejor asimilarse las modernas concepciones que el progreso industrial trae consigo.
Nada, en definitiva puede esperar de aquellos hombres que se desesperan momentáneamente al menor tropiezo con la realidad que la vida presente impone.
La única esperanza de la clase trabajadora ha de ser ella misma, pero hace falta que eleve su personalidad tan alta como graves y complejos son los problemas que se le plantean.
La ciencia aplicada al trabajo seguramente que ha de representar para los trabajadores el principio de su liberación.