Colección Memoria de Hierro

De cara al porvenir

El Trabajo, mayo de 1933

Es incierto el porvenir que se ofrece a la organización obrera que afecta a la Unión General de Trabajadores y a cuantos militamos en el Partido Socialista?

Si nos atenemos a los augurios de nuestros enemigos, estamos abocados poco menos que a la desaparición. Según los radicales que acaudilla el señor Lerroux; los conservadores que siguen al Sr. Maura; los ultrarrevolucionarios, a cuya testa figuran los Sres. Botella, Asensi y Ortega Gasset –D. Eduardo–; los federales del Sr. Franchy Roca y del Sr. Ayuso, todos ellos unidos a las huestes del Sr. Gil Robles, los socialistas no representamos opinión alguna. Las fuerzas que integran la Unión General de Trabajadores y la gran cantidad de simpatizantes que siguen a nuestro partido es algo amorfo, sin contenido ideal y casi sin aspiraciones sociales.

Las elecciones municipales del 12 de abril y las generales del 28 de junio de 1931 no han dicho nada a estas gentes. No hay posibilidad de hacerles reconocer que muchas de ellas –de las republicanas, naturalmente–, si se sientan en el Parlamento a los socialistas se lo deben ¿Qué ha ocurrido para que nosotros hayamos perdido la opinión que de manera tan rotunda se ha manifestado a nuestro favor en 1931? Si fuera cierto que hubiéramos perdido algo, ¿Creen nuestros enemigos que se debe a que hayamos hecho más que lo que de nosotros se esperaba? ¡De ninguna manera! Si existe disgusto es porque no se ha hecho lo que las clases trabajadoras esperaban de las Cortes constituyentes. Y si no se ha hecho no ha sido por nosotros. La responsabilidad cae de lleno sobre quienes, después de haber firmado un compromiso en el periodo de la conspiración, ahora se niegan a cumplirlo ¿No son los radicales de Lerroux y los conservadores del Sr. Maura los que dicen que los socialistas estamos arruinando el país desde el Gobierno? ¡Arruinando el país! ¿Pensará esta gente que nos vamos a conformar con lo que se ha hecho? ¿No saben sobradamente que, a medida que vayamos teniendo más fuerza, iremos produciendo legislación social mucho más avanzada que la que hasta ahora ha aparecido en las páginas de La Gaceta?

Por otra parte, para nosotros un retroceso en nuestras posiciones no es cuestión de vida o muerte, como lo es para los partidos burgueses. Nos disgustaría registrarlo, naturalmente; pero ello no significaría otra cosa sino que el país no está aún en condiciones de regentar los avances socialistas que nosotros tenemos en nuestra carta de aspiraciones. Significaría que aún tenemos por delante una cantidad enorme de propaganda de nuestras doctrinas a realizar. No nos decepcionaría hasta el extremo de recluirnos en nuestras casas a esperar tiempos mejores. A los socialistas nos ocurre todo lo contrario que a los partidos burgueses. Cuando triunfamos adquirimos, voluntariamente, el compromiso de responder, en la medida que nos es posible, a la confianza que en nosotros se ha depositado. Cuando sufrimos un retroceso ponemos todo el fuego de nuestros entusiasmos en la labor a realizar para reconquistar lo perdido y algo más para con ello. No nos domina el ansia de poder. Sabemos que la implantación práctica de nuestras ideas va a producir una revolución, para la cual no nos sirven sólo los ciudadanos de un día de elecciones, sino hombres conscientes y capacitados que puedan responder a lo que son nuestros postulados. Si ahora o luego sufriéramos un retroceso, al mismo tiempo que lo lamentáramos nos estaríamos preparando para seguir nuestra labor con más ardimiento que nunca ¿Pueden decir lo mismo los republicanos a quienes tanto daño causa la presencia en el Gobierno de nuestros camaradas Largo Caballero, De los Ríos y Prieto?

Nosotros miramos siempre al porvenir con optimismo. Y lo miramos así porque tenemos por horizonte nuestro ideal. Nuestros enemigos no tienen más apetencias que las que puedan derivarse de la presencia de unos hombres en el Gobierno ¡Así se explica la campaña que contra los socialistas vienen realizando!

Wenceslao Carrillo Alonso-Forjador
(1889-1963)