Colección Memoria de Hierro

Crisis de trabajo

El Trabajo, agosto de 1932

Quienes seguimos atentamente el desenvolvimiento de la organización sindical en Madrid vemos con el dolor natural los efectos de la crisis de trabajo en su doble aspecto de sufrimiento corporal que representa y de las consecuencias que tiene para la organización misma.

El desorden producido en nuestra economía por un régimen caracterizado por la irresponsabilidad no podía menos de ocasionar a la larga el estado calamitoso en que vive al presente gran parte de la clase trabajadora. Para halagar el sentimiento de las personas sencillas, la dictadura encontró un expediente fácil en la emisión de deuda, que hoy, implantado el nuevo régimen, España no puede negarse a pagar. Un presupuesto destinado en buena parte a saldar débitos anteriores no ofrece sino escasas probabilidades para acrecentar las fuentes de trabajo que alivien esta grave situación. Grandes son, ciertamente, la voluntad y competencia de los hombres representativos de la situación presente; pero es injusto atribuirles responsabilidad en cuanto respecta a la crisis de trabajo. Enorme es la razón de nuestros compañeros expresando sus quejas por el estado de miseria en que se encuentran; pero es dudoso que un cambio de actitud pueda adelantar gran cosa el estado de paralización en que vivimos. Al enjuiciar este problema no debemos olvidar el esfuerzo que realiza la hacienda nacional comenzando obras públicas que, sobre aliviar la crisis presente, contribuyen a mejorar la situación futura de los camaradas del campo.

Para los enemigos sistemáticos de nuestra organización el momento es singularmente propicio, en cuanto nadie puede negar que hoy pesan sobre nosotros responsabilidades tan grandes como las de la participación en el Gobierno. Mejor que estudiar las causas de la crisis y combatirlas con razones, nuestros adversarios dedican sus energías a censurar a los hombres ¿Son directivos? Han de considerarse como enemigos de los trabajadores ¿Forman parte de cualquier representación de clase? Pues nada más fácil que considerarlos entre los indiferentes ante el sufrimiento ajeno.

Sólo se vencerá este estado de la conciencia obrera cuando nuestros camaradas aprendan a considerar que las crisis económicas son producto de un sistema de producción cuya principal preocupación consiste en atesorar riqueza. Cuando vean claramente que es una insensatez atribuir responsabilidad de tipo social a organismos y hombres cuya ejecutoria es garantía de su gestión futura. La maledicencia, la insidia y la calumnia, que tan duramente se ceban en la honradez de nuestras organizaciones, deben dejar vía libre al razonamiento mesurado y a la más serena reflexión.

Nos encontramos en un momento de liquidación de todo el mecanismo capitalista. Este se debate en medio de un cúmulo de errores, que no podrá corregir si el proletariado persevera en su actitud de siempre, mientras tiene organizaciones de clase. Que hostilice cuanto quiera la labor revolucionaria en el Parlamento y fuera de él, será de lamentar; pero no puede contener el progreso rápido de descomposición a que está sometido. Cuando se os diga que la crisis actual es obra de la República, pensad quiénes son los que así se producen. Han sido de antiguo enemigos de la clase trabajadora, y si se opera algún cambio en su conducta no puede tener otro alcance que el deseo de que nos volvamos airadamente contra el régimen que odian a muerte.

Anastasio de Gracia Villarrubia
(1890-1981)