Colección Memoria de Hierro

Federación de la Edificación

Boletín de la Unión General de Trabajadores, mayo de 1932

Las organizaciones obreras de esta industria adquirieron un desarrollo notable en Madrid por los años 1910 al 12, y contestando a sus demandas en orden a las condiciones de trabajo, la clase patronal estudió y llevó a efecto varios movimientos  ofensivos, cuya finalidad consistía en debilitar su poder, si no lograba anularle. Para hacer frente a las dificultades propias de toda lucha planteada con carácter general, más de una vez hubieron de concertar pactos que hicieran posible la resistencia de las organizaciones hostilizadas por los patronos.

Paralelo con este estado embrionario de nuestras relaciones intersindicales se desarrollaba un movimiento sentimental favorable a la unificación de las fuerzas obreras, con escaso ambiente entre las sociedades que más tarde concentraron su acción tal como podemos verla hoy en Madrid, base de lo que luego se ha hecho en España.

El movimiento federativo apenas se distinguía de la situación local. Las federaciones nacionales integradas separadamente por oficios cumplieron una misión del mayor interés, cual es la de convencer a sus elementos de la relativa eficacia a que estaban condenadas de no adoptar una modalidad equivalente a la que ofrecía la clase patronal. 

Los movimientos de carpinteros, metalúrgicos, albañiles, marmolistas y algunos otros que escapan a nuestra memoria han sido factores de cierto valor en la evolución del pensamiento obrero respecto a las federaciones nacionales. 

Convencidos de que ni en el orden sindical ni en el de la propaganda era posible realizar progresos considerables manteniendo el estado de división por oficios, que era la norma federativa de aquella época, los comités nacionales resolvieron convocar un congreso, al que asistirían no sólo las organizaciones locales que componían las federaciones de albañiles, canteros, carpinteros, marmolistas y pintores, sino también aquellas que estando al margen de la Federación se encontraran dispuestas a colaborar en la reforma. El resultado de aquel Congreso, celebrado a primeros de septiembre de 1921, puede considerarse como un acontecimiento de primera importancia en nuestra historia federativa. Removida la opinión obrera por los efectos de la escisión política que poco antes se había producido en el Partido Socialista, no faltaron opiniones personales favorables a nuestro ingreso en la Internacional Sindical Roja, ni de los que preferían una posición neutral respecto a todos los organismos nacionales. Por suerte para nosotros, la mayoría de representados se pronunció en sentido favorable al ingreso inmediato en la Unión General, y desde el primer día de nuestra vida federativa estamos identificados con este organismo. Los estatutos de la Federación disponen que no podrán tomarse acuerdos que signifiquen un cambio en la táctica si no se pronuncia en ese sentido el 75 por 100 de nuestros federados.

A los pocos meses de constituida, la Federación  tuvo que hacer frente a situaciones de huelga un tanto difíciles, a veces por errores, de buena fe, cometidos en la redacción de nuestros estatutos. En alguna ocasión la conducta de la clase patronal obligó a realizar esfuerzos de solidaridad material dignos de aplauso para nuestras secciones. El movimiento más importante que recordamos es el de las organizaciones federadas de Vigo, que al cabo de unos meses de lucha, hubieron de aceptar una fórmula de solución que no satisfizo al comité ni a las sociedades que la sostuvieron. La conducta del Gobierno, inspirado socialmente por Martínez Anido, hizo que algunos compañeros sufrieran prisión durante muchas semanas.

Una de las actividades a que más atención ha dedicado el Comité Nacional ha sido a la propaganda, para la cual contó con medios suficientes a los pocos meses de constituirnos. En el periodo dictatorial nos hemos adaptado a las exigencias de las autoridades locales cuando éstas creían proceder rectamente no autorizando reuniones fuera de los Centros Obreros, o poniendo limitaciones a los temas que debían tratarse. Es casi cierto que a esta labor se debe el progreso incesante de nuestra Federación. 

Los datos de secretaría correspondientes a 31 de diciembre pasado acusan una situación francamente optimista. Contábamos en aquella fecha con 350 secciones y 62.007 federados. No es aventurado suponer que cuando se publiquen estas líneas hayamos alcanzado las 400 organizaciones locales con un total aproximado de 65.000 federados.

En cuanto hace a la situación de tesorería, no obstante lo bajo de nuestras cuotas, tampoco es desfavorable, ya que el estado reglamentario de la mayoría de las secciones es el mejor que puede registrarse, y nuestra existencia se aproximaba en diciembre a 76.000 pesetas.

Las proporciones obligadas de este trabajo imponen silencio respecto de algunos otros asuntos igualmente interesantes, como son la asistencia de delegados a nuestros Congresos y el buen sentido de su responsabilidad que la Federación ha dado hasta ahora.

Anastasio de Gracia Villarrubia
(1890-1981)