Colección Memoria de Hierro

El gran organizador

Mi tocayo Muiño pertenece a ese grupo de prohombres que, junto al anterior protagonista de esta colección, Pascual Tomás, protegieron el estandarte del sindicalismo socialista español en el duro y frío exilio. Juntos, como una piña, defendieron sus valores y los mantuvieron vivos para poder entregarlos a sus herederos en el momento que la libertad regresara a su querido país. A tan encomiable fin, dedicaron cada uno de los días de su existencia, casi sin resuello, sorteando los enormes obstáculos que se les interponía; envejeciendo en el camino y encontrando la muerte, pero sin perder nunca la ilusión de ofrecer un nuevo amanecer de libertad para los suyos, los trabajadores españoles.

Como podrá comprobar el lector en las páginas siguientes, Muiño fue un hombre infatigable, de acción, con una gran capacidad para el análisis y, sobre todo, para la organización. En su larga carrera, tanto dentro de la Unión General de Trabajadores como en las instituciones públicas donde desempeñó distintas responsabilidades, demostró con creces su talento para la gestión, para hacer funcionar las cosas, para mejorar y optimizar los recursos, en definitiva, para organizar. Ejemplo claro de todo ello es que levantó la Federación Local de Obreros de la Industria de la Edificación de UGT—ocupando su secretaría general desde el inicio—, creó y presidió la Sociedad de Porteros de Madrid y, como concejal delegado de Vías y Obras del Ayuntamiento de la capital impulsó innumerables obras de modernización de una ciudad que permanecía anclada en el pasado. 

Tras la Guerra Civil, Muiño pasó por el calvario de tener que abandonar su país, ingresar en los campos de concentración franceses, sufrir la Segunda Guerra Mundial… Todo ello sin perder la ilusión de que la democracia regresara a su país algún día. Luchando desde el exterior para conseguirlo. Cargando sobre sus hombros y los de sus compañeros, ya encanecidos, con el empeño de mantener viva a la Unión General de Trabajadores. Ocupando interinamente la secretaría general al caer enfermo Pascual Tomás. Al final, a diferencia de otros que jamás pudieron regresar, la vida le dio la oportunidad de ver los primeros albures de la Transición en nuestro país.

Por eso, y como descubrirán en las siguientes páginas, Muiño merece un lugar destacado en nuestra historia y, por tanto, en este proyecto que es la Colección Memoria de Hierro. Con cada nuevo número de la Colección va tomando cuerpo ante nuestros ojos el gran equipo humano que integraba las filas de los sindicatos de la metalurgia y la construcción de UGT en el pasado. La personalidad y, a veces, la genialidad de cada uno de estos personajes quedaba engarzada dentro del sindicato, fortaleciendo una estructura plural y democrática en la defensa de los derechos de los trabajadores. Una organización capaz de sumar talento y energía, de reconocer los méritos y la valía de cada uno de sus miembros, articulando un verdadero contrapoder social, sin divisiones irresolubles. 

Todos y cada uno de ellos tenían su carácter, su forma de pensar y sus discrepancias entre sí, pero todos respetaban de forma venerable a la organización, a las ideas y valores que representaba. Esa unión hizo grande a la organización y les hizo grandes a ellos. En un país calificado muchas veces de ingobernable, gentes sin apenas formación, pero deseosas de saber y aprender, supieron construir con enorme esfuerzo y dedicación una poderosa organización, que sin cada uno de ellos difícilmente hubiera sido posible. 

Su obra, la obra conjunta de esas individualidades que lograron crear un todo colectivo,  derribado sin piedad y con saña por la dictadura de Franco, es parte del patrimonio social y cultural de nuestro país, de cada uno de nosotros. Duele que todavía hoy haya gente que se niegue a reconocerlo.

Manuel Fernández López «Lito»
Presidente
Fundación Anastasio de Gracia—FITEL

Manuel Muiño Arroyo
(1897-1977)