Un burgués llamado Juan,
(ignoro si era un Juan Lanas)
y era un poco charlatán,
pretendía a la mujer
de un obrero de su casa
prometiéndola sin tasa
cuanto él podía ofrecer.
Más ella que era honradísima
las ofertas rechazó
y a su esposo lo contó,
para hacerle la santísima
al otro que de Tenorio
blasonando con exceso
divulgaba que a ella un beso
la dio un día de jolgorio.
La ofendida en la venganza
sin momento de reposo
pensó y un día, a su esposo
así dijo sin tardanza:
—Mira, Luis, me encoleriza
de ese estúpido el asedio
y no encuentro otro remedio
que atizarle una paliza,
que castigues sin temor
a ese ruin, a ese espantajo,
que te explota en el trabajo
y explotar quiere mi amor.
Aceptó el obrero el plan
por su esposa preparado
y al burgués enamorado,
aguardó ella con afán.
Volvió pronto, al otro día,
el nuevo D. Juan…Tenorio,
y tras breve requilorio
la esposa infiel se rendía.
El galán se despepita
sin pensar en su desliz,
y creyéndose feliz,
obtiene de ella una cita.
A la cual, muy presuroso,
fue muy tieso y diligente,
y se halló… frente por frente
del ya preparado esposo,
que con empuje y con brío,
mostrando buena intención…
¡a don Juan dio un palizón
de padre y muy señor mío!
Cuando pudo se escapó
don Juan todo magullado…
y colorín colorado
el cuento se concluyó.
Notas:
1 Firmado por su heterónimo, Miguel Lavín.