Colección Memoria de Hierro

El fundador del Sindicato Metalúrgico Asturiano

Uría Fernández
María Cedenilla Paredes

Hemos de confesar que ha sido todo un reto abordar la figura de Manuel Vigil Montoto desde el esquema concebido para la Colección Memoria de Hierro. En este sentido han sido varios los obstáculos a salvar. Por un lado, encontramos que existía una abundante literatura producida por el personaje —incluida su propia autobiografía—; aunque, a primera vista, esto pueda parecer una ventaja, supone todo lo contrario pues resulta más complicado aportar nuevas luces, sin reiterar lo ya publicado por otros; pretensión que, a pesar de todo, no abandonamos. 

Por otro lado, su abundante legado textual que —abarca desde la poesía hasta el ensayo, pasando por el análisis político, económico y social—, ha desbordado con creces el marco de la publicación. En el apartado de Ideas y reflexiones, donde acogemos el testimonio directo del personaje, ha resultado muy difícil hacer una selección que representara el amplio abanico de registros dominado por Vigil. E incluso contando con el espacio infinito de la web para recoger toda su producción literaria, aún tardaremos mucho tiempo en poder reflejarla.

Por último, a pesar de su relevancia tanto para la Unión General de Trabajadores como para el Partido Socialista, es muy escaso el número de fotografías en las que Vigil  aparece. Y cuando figura, ocupa modestamente un segundo plano, como si no quisiera protagonismos. Esto también nos ha obligado a un mayor esfuerzo para no quedarnos en una mera repetición de las estampas ya publicadas; a un rastreo exhaustivo de las imágenes de los múltiples fondos fotográficos que se conservan en los archivos de su época. Y algún que otro fruto ha dado. 

De federalista a socialista

La carrera política de Vigil Montoto, como él mismo confiesa, se inició en su ciudad natal en las filas del Partido Republicano Federal Coalicionista. Allí mantuvo amistad con personajes como Jesús Espiniella, Ramón Fernández —alcalde de Gijón, en varias ocasiones—, Adolfo Cadavieco, Eusebio Cabeza y Blas Moriyón. Y, en 1888, consiguió lo que él mismo denomina su primer «cargo político» al ser nombrado bibliotecario en la Junta Directiva del Casino de Unión Republicana1.

La evolución ideológica del que será líder de los metalúrgicos asturianos se produce tras cumplir el servicio militar y su paso por Madrid, dónde se afiliará a la Agrupación Socialista en 1895. A pesar de las explicaciones que Vigil ofrece en su autobiografía sobre este cambio político, para el historiador norteamericano Adrian Shubert «no está claro por qué se hizo socialista». Es más, considera que se trata del caso más «curioso»2, en comparación con la evolución que experimentaron otros líderes contemporáneos de la izquierda como Largo Caballero, Dolores Ibárruri, Leandro Carro Hernáez o Ángel Pestaña. Según este profesor de la Universidad de York: «En el caso de estas cinco personas es claro que la ideología formal tuvo una importancia relativamente secundaria para atraerlos a la política obrera (…) Más bien parece que gran parte del atractivo de la política laboral residió en la manera en que les ayudó a resolver problemas humanos muy elementales, dando a la mujer un cometido social, trasformando a un niño en hombre, proporcionando relaciones sociales y ofreciendo ejemplos de bondad personal. Por supuesto, nada de eso significa que la entrega de los trabajadores españoles a sus organizaciones políticas fuera efímera; quizá todo lo contrario. No hay duda de que llegado el tiempo de luchar en su defensa, lo hicieron al menos con tanta tenacidad y valor como cualquier otro trabajador en cualquier otro sitio.»3

Sea como fuere, una vez tocado con las armas socialistas, Vigil combatió con energía a sus antiguos correligionarios, como lo atestigua este fragmento de uno de sus primeros artículos que, como corresponsal asturiano de El Socialista, dedica a su ex compañero Antonio Moriyón: 

«Si los socialistas atacamos al partido federal más que a ningún otro, es porque  cuenta con mayor número de obreros que viven engañados como todos los  que pertenecen a los partidos burgueses.

»Con la República federal en España pasaría lo que con la modelo de los Esta- dos Unidos, donde ahorcan y atropellan a los que tienen hambre; y es que con  el régimen capitalista y la propiedad privada el obrero no puede emanciparse.

»(…) En la República Federal de usted, el capitalista se comería el producto del trabajo de los obreros, y, por lo tanto, estos se encontrarían como hoy (…)»4

A comienzos del siglo XX, en Oviedo desarrolló una destacada labor política en el nacimiento de distintas organizaciones de carácter socialista. En el año 1898, funda la Sociedad de Obreros en Hierro y demás Metales de Oviedo; paralelamente promueve la Federación de Sociedades Obreras de la capital asturiana, en la que desempeñó distintos cargos directivos a lo largo de nueve años5; fruto de su gestión se crearon la Sección de Enseñanza y Artística, la Escuela Nocturna, la Biblioteca, el Orfeón y el Cuadro de Declamación, así como la construcción de un edificio propio que se inauguró en 1907 y fue ampliado en 1931.

Todo este trabajo le valió la admiración de su mentor, correligionario y amigo, Eduardo Varela —conocido entonces popularmente como «el propagandista ciego»—. El propio Vigil recordaba en una entrevista el esfuerzo que le supuso poner en marcha la organización política y sindical en Oviedo. Y cómo Varela, que ya lo había intentado anteriormente sin éxito, al conocer sus pretensiones le miró sonriente y le dijo: «¿Gente de Oviedo? Tambor y gaita»6.

Sin embargo, con mucho tesón y esfuerzo, logró cambiar la realidad. Así lo atestigua también el histórico socialista Juan José Morato al relatar la historia del Centro Obrero de Oviedo:

«En 1899, recién llegado Vigil a Oviedo, quiso organizar a sus compañeros del arte  del hierro; reunió unas perras, imprimió unas convocatorias, buscó local y… se reu- nieron tres individuos.

»No había dinero para imprimir nuevas convocatorias, y nuestro hombre requirió  papel y tinta y escribió ciento o doscientas y las repartió.

»Se reunió más gente, y se dio el primer paso.

»La perseverancia, la prudencia y la inteligencia hicieron lo demás. 

»(…) ¿Es obra todo de un hombre? En lo fundamental, sí. Quitad a Vigil y esto no sería lo que es»7.

Muchos años más tarde, Aurelio Guerra Rivera recordaría la ingente labor del líder del Metal asturiano en el obituario publicado en Le Socialiste: «Al conjuro de la palabra, de la actuación intensa y de la conducta de Manuel Vigil, el socialismo fecundó en Asturias. Los trabajadores adquirieron conciencia de su importancia social, de su personalidad política. Las viejas organizaciones profesionales se aglutinaron en un sindicalismo que pudiéramos llamar marxista. Por toda la región fueron surgiendo las agrupaciones socialistas, los sindicatos obreros, las casas del pueblo. Y Asturias entera se convirtió en uno de los más firmes puntales del PSOE y de la UGT de España»8.

El Sindicato Metalúrgico de Asturias  y la Federación, una relación tormentosa

Como ha quedado patente, el impulso organizativo y propagandístico de Vigil en Asturias, durante las dos primeras décadas del siglo XX, permitirá el posterior asentamiento y expansión de la Unión General de Trabajadores —UGT— y el Partido Socialista en el Principado.

Su acertada planificación en la constitución de sociedades locales —recordemos su papel protagonista en la fundación de las de Gijón y Oviedo— y su visión política y estratégica, le llevarán a trabajar en la creación de una estructura superior, de ámbito regional, que aglutine la fuerza de todos los trabajadores del metal asturianos siguiendo, en parte, el modelo del Sindicato Obrero de los Mineros de Asturias.

Con este objetivo, en 1912, Vigil Montoto redactará por encargo de sus compañeros de las sociedades de Oviedo y Ablaña el reglamento del futuro Sindicato de los Obreros Metalúrgicos de Asturias9. El borrador será discutido y aprobado en una asamblea por  los representantes de las sociedades de obreros y demás metales de Oviedo, Gijón, Avilés, Ablaña, Musel y Arnao y los de la Sociedad de Mecánicos «El Próximo Triunfo» de Gijón10.

Tras aprobarse el reglamento, el 5 de enero de 191311 se celebró la Asamblea Constituyente de la nueva entidad, en la que se eligió a los seis delegados que formarían el Comité —uno por cada sección local12— y a la Comisión Ejecutiva, que estaría encabezada por Manuel Vigil Montoto13. La nueva organización sindical de los metalúrgicos astures contaba con una importante fuerza asociativa cercana a los 1.750 afiliados14 que, sin embargo, con el tiempo irá mermando, como veremos más adelante.

Un año más tarde, en abril de 1914, tras conocer la constitución del Sindicato Metalúrgico Asturiano,  la Federación Nacional de Obreros Metalúrgicos y Similares, vinculada a la UGT y liderada por Roque García, decide invitar a la nueva organización sindical astur15 a que ingrese en la estructura federal. 

Según señala el propio Vigil en su autobiografía, los metalúrgicos asturianos retrasaron su ingreso en la UGT porque querían atraer a su organización a los obreros dominados por elementos anarquistas y acordaron que no ingresarían en el sindicato socialista hasta que la decisión se tomara por unanimidad16

Sin embargo, a tenor de lo que queda reflejado en las actas de la Federación Nacional de Metalúrgicos, las causas para retrasar el ingreso parecen obedecer a otros motivos. Durante casi dos años, ambas organizaciones mantendrán un intercambio constante de correspondencia en la que la Federación tratará con prudencia las demandas de un Vigil que no considera útil la estructura federal.

Así, en junio de 1914, los metalúrgicos asturianos piden a la Federación que les remitan los estatutos y el boletín que publican. Con esta información en su poder, su intención era someter al criterio de la junta la necesidad o no de ingresar en la organización estatal. El Comité Federal accede a la petición y les remite la documentación solicitada.

Ocho meses más tarde, el sindicato del metal asturiano responde que no van a pedir el ingreso pues están tramitando que la sociedad metalúrgica de «La Felguera» se una a ellos y temen que este proceso se pudiera ver truncado si, a su vez, ellos se unen a la Federación Nacional17

En mayo de 1915, la Federación vuelve a insistir preguntando a los dirigentes del Sindicato Metalúrgico Asturiano cuándo van a ingresar en su estructura18. Estos responden en octubre que no van a federarse «hasta el próximo año porque entienden que, por ahora» la «Federación es inútil»19. A propuesta de Luis López, vicesecretario del Comité Federal, les expresan su extrañeza ante la comunicación recibida, sobre todo, porque tenían entendido que el  sindicato asturiano ya había «acordado en junta general el ingreso». Asimismo, se dirigen también a Vigil manifestándole su asombro, pues él también se había mostrado a favor de federarse, en su última visita a Madrid.

Un mes más tarde, reciben la respuesta del secretario general de los metalúrgicos asturianos en la que «sigue opinando» que la Federación «es inútil aunque la cree necesaria» y pide datos sobre la misma. Ante esta respuesta, el Comité decide responder a Vigil remitiéndole toda la información que solicita «a fin de no distanciar al Sindicato Metalúrgico de Asturias de la Federación»20. En el interín, entre una y otra misiva, como muestra de esa actitud colaboradora, la Federación propondrá a Vigil apoyarle en una campaña de propaganda en Asturias21

Esta nueva táctica del Comité Federal debió surtir efecto, pues por fin, en diciembre, Vigil cede y comunica el deseo del Sindicato Metalúrgico de Asturias de darse de alta en la Federación Nacional de Obreros Metalúrgicos y Similares representando a ocho secciones y 723 afiliados22. A esto, responde la Federación que, hasta que no coticen, no pueden ser dados de alta; y que están esperando a que les indiquen las fechas de la campaña de propaganda para enviar al compañero Lucio Martínez23

Este nuevo retraso hizo que se cumpliese el pronóstico sobre la fecha de ingreso que los asturianos habían realizado en el mes de octubre. Durante la primera quincena del mes de enero de 1916, hubo un intercambio de correspondencia entre ambas organizaciones para fijar el itinerario y las fechas de la campaña de propaganda. Y el día 27, se recibía en Madrid la cotización, quedando formalizado el ingreso del Sindicato Metalúrgico Asturiano con 542 federados24, cerca de 200 menos que los anunciados un mes antes25.

Poeta, periodista y polemista impenitente

Vigil confiesa, en su libro, que se inició en la escritura por el amor a la lectura y, sobre todo, a la poesía. A pesar de su escasa formación inicial, tanto debió leer que aprendió la ortografía del español sin ser consciente de ello26.  Su pasión juvenil por una joven le llevó a componer sus primeros versos. Aquellos poemas, que por desconocimiento del autor eran ajenos a cualquier métrica formal, fueron perfeccionándose con el tiempo, a medida que Vigil aprendía el amplio catálogo de estrofas.

El salto a la prensa también vino de la mano de la lírica27. Y, sobre todo, de la insistencia y el ánimo que le ofreció Eusebio Cabeza, redactor de la publicación republicana El Grito del Pueblo. A partir de entonces, con cerca de 18 años, iniciaría un largo camino como periodista que discurriría paralelo a su trayectoria política. 

Hay que destacar, que no solo escribió poemas para publicar en los periódicos, también redactó letras para obras corales. Según Gómez Rodríguez, el líder socialista asturiano colaboró con su paisano el músico Jovino Fernández en la composición de las primeras obras de este último. Junto a otros destacados compañeros de partido, como Manuel Llaneza, José Lafuente y Luis Miranda, Vigil Montoto aportará la lírica a los coros que dirigirá el propio Fernández28

En todos los escritos de Vigil, se trasluce su preocupación por conseguir que el mensaje llegue al receptor. Por eso buscará la mejor forma de que sus textos sean leídos y comprendidos por su público: los trabajadores. Acudirá a los distintos géneros literarios y experimentará con ellos buscando un vehículo atípico para la transmisión del pensamiento político. Reducirá la complejidad de la reflexión y el lenguaje para dejar tan solo la expresión de la idea. Logrará un lenguaje propio que nace de una profunda observación de la realidad social y cultural, como así confiesa en la introducción de una de sus obras inéditas:

«Hace 68 años, el autor abandonaba la escuela de instrucción primaria para  empezar su vida de obrero asalariado. Había entonces más analfabetos que  ahora; pero noté entre los compañeros de trabajo que por lo menos todos  deletreaban, aunque muchos eran tardos en comprender la lectura.

»Observando, llegué a la conclusión de que las lecturas que se les hacían me- nos pesadas y más comprensivas eran las dialogadas, y lo mismo ocurría en otros grupos obreros de poca cultura; de ahí que estimara este modo de escribir más práctico (…)»29

A lo largo de nuestra investigación hemos hallado la pluma de Vigil Montoto en las siguientes cabeceras: Tiempos nuevos, El Socialista, El Noroeste, El Defensor de Córdoba, La Aurora Social, El Grito del Pueblo, Heraldo de Madrid, La Revista Socialista, el Boletín de la UGT y Vida Socialista —ver cuadro página 48—. También hemos hallado referencias expresas a su participación en la revista Democracia, que dirigía Andrés Saborit durante la Segunda República, sin embargo jamás llegó a firmar en ella un artículo30. En su extensa trayectoria periodística pasará por casi todos los puestos de una redacción: redactor, corresponsal, articulista y director.

Los artículos que hemos recogido ascienden a cerca de 300, publicados en el periodo que va de 1898 a 1935. Evidentemente no están todos sus escritos —debido a la prolífica producción del autor—, pero sí permite hacerse una idea aproximada del amplio volumen de su obra. En este intervalo de casi 40 años podemos estimar que falta una cantidad aproximada de artículos similar a la encontrada.  

La mayoría de los textos recopilados —225— proceden de la colección de La Aurora Social, periódico en el que Vigil Montoto logró sus mayores cotas de éxito y del que fue su director fundador. El primer número de esta publicación salió a la calle el 6 de septiembre de 1896, tenía una periodicidad quincenal y cada nueva edición suponía un gran esfuerzo de su director, como relata él mismo en sus memorias: «lo hace en las horas libres después de terminar la jornada diaria de trabajo de diez horas y media, sin retribución, como todos los compañeros elegidos para cargos en la organización obrera, y más en aquellos tiempos, que años después llamaron heroicos, en que todo se hacía por el amor al arte».31 

En ocasiones, ante la falta de colaboración, el líder de los metalúrgicos asturianos se veía obligado a escribir casi todo el periódico por lo que, para dar la sensación de variedad de autores, utilizó varios seudónimos: Miguel Lavín, Pedro Calvo Crespo y Lucas Gómez. El primero de ellos, anagrama construido con las letras de su nombre y primer apellido, se convirtió en una versión heterónima de sí mismo, adquiriendo autonomía y vida propia.

Vigil Montoto llevará al extremo su desdoblamiento en dos autores, a través de juegos literarios, estableciendo entre ambos una relación epistolar en las páginas del periódico. Así nos encontramos con que Miguel Lavín —heterónimo— le da consejos a Manuel Vigil —ortónimo— sobre cómo ha de enfrentar sus batallas periodísticas con El Carbayón, periódico al servicio de la Iglesia  con el que tuvo más de un enfrentamiento.  A comienzos de 1902 encontramos la primera carta en la que Lavín se dirige a Vigil en los siguientes términos:

«(…)Ten cuidado con los católicos, amigo Vigil, porque estos son de lo peor que se ve en esta sociedad de malvados. Fíjate sino en que todos los criminales, desde lo más altos a los más bajos, van a misa, confiesan y comulgan y mueren en el seno de la Iglesia. ¿Por qué eso? Porque para ser católico, no hace falta más que cumplir los preceptos de la Iglesia, que son muy distintos de los que predicaba y practicaba Jesucristo (…)»32

A lo que Vigil responde días después:

«(…) No sé si seguiré todos tus consejos amigo Lavín; pero ten por seguro que no me detendrán los perros de El Carbayón que salgan a ladrarme al camino. Les daré en el hocico y seguiré adelante (…) Soy siempre tu buen amigo.»33

Un año después, con motivo de la publicación de un artículo crítico que Vigil dedicó a Maximiliano Arboleya34, sacerdote activista del catolicismo social y director de El Carbayón, su amigo Lavín le dirigía la siguiente carta:

«(…) Procura seguir mis consejos. En lo sucesivo, dedícate a escribir mentiras y más mentiras. Di en todos tus escritos y en todos tus discursos que Arboleya es un sabio, todos los curas unos santos, la religión católica la mar de buena, los obreros socialistas unos explotadores y los patronos católicos unos infelices explotados. Di siempre en asuntos de religión, que lo blanco es negro, lo negro blanco, lo azul verde, lo rojo azul; que El Carbayón, como periódico doctrinario, es el Evangelio y el periódico de Pravia la mar de decente, y yo te aseguro ¡oh, malaventurado Vigil! que si Arboleya no pone toda su influencia para que te canonice la Iglesia, si mueres antes que él, es para que no vayas a ocupar el puesto que en el cielo él se cree tener reservado por las estupideces que escribe».35

A pesar de la enorme carga de ironía que llevaba implícito, el consejo debió dárselo antes, pues el citado artículo del que habla Lavín, le costó a Vigil una pena de tres años de cárcel, condena que luego se transformó en destierro y, finalmente, en indulto.

Los textos firmados por Vigil se diferencian en el lenguaje utilizado de los escritos de su alter ego. El líder de los metalúrgicos asturianos es sencillo, directo; huye de los requiebros del lenguaje. Lavín, en cambio, se cargará de ironía y, a veces de sarcasmo; llegando a ser ofensivo. Incluso utilizará un vocabulario más barroco, del que él mismo se reirá:

«El artículo ¡Vamos señor Arboleya! que apareció en el último número de La Au-rora, y que supongo se debe a tu bien tajada pluma (qué empalagoso soy ¿ver-dad?) no tenía vuelta de hoja, y claro, como el apologista canónigo no podía contestarle, interpuso su influencia parientil (¿que frasecita, eh?) mitrada, para que el lápiz rojo te hiciera pagar caro tu atrevimiento».36

Por otro lado, Lavín utilizará las estructuras formales de los géneros literarios para la expresión de sus ideas, alejadas de los discursos políticos ofrecidos por su ortónimo. Así, entre 1900 y 1902, recurre al esquema de los clásicos diálogos socráticos para construir su discurso. Bajo el epígrafe Conversaciones, publica una serie de textos de tono moralizante en los que aborda un amplio abanico de temas que van desde la prostitución hasta el infierno, pasando por el amor libre, la Biblia o la violencia.

Vigil Monto hará desaparecer a Lavín y lo resucitará en distintos momentos. En ocasiones, a petición de los lectores del periódico. En 1909, tras cerca de cinco años sin que Lavín apareciese en las páginas de La Aurora, Roque firmaba un artículo en el que le daba por muerto y solicitaba de manera insinuante un posible regreso:

«¡Ah, mi querido Lavín! ¡Cuánto nos acordamos de ti! (…) Después de tu muer-te, pocos leen este periódico, y, muchos que lo leen, no lo pagan. Si tú volvieses al mundo y dieras una vuelta por este pueblo, todo lo encontrarías desconocido»37.

Y dicho y hecho, el conjuro de Roque llegó al más allá, pues Lavín reapareció respondiéndole una semana después, en las mismas páginas de La Aurora:

«En el infierno en el que moro, rodeado de jesuitas, frailes, monjas, curas, bea-tos y demás gentuza aprisionada en las garras de satán, mi entrañable amigo, no creas que permanezco indiferente a las cosas de que te quejas»38.

Tras esta breve aparición, Lavín volverá a sumergirse en su retiro y no lo volveremos a encontrarle en las páginas de La Aurora Social hasta finales de 1931. En  aquel entonces, Vigil Montoto ocupa su escaño de diputado y su heterónimo se encargaba de redactar la crónicas de aquellas cortes constituyentes en un espacio titulado «Fiambres parlamentarios».

Como hemos visto, la expresión de su anticlericalismo militante le costó más de un disgusto al fundador del Sindicato Metalúrgico de Asturias. Pero, a pesar de que el enfrentamiento con Arboleya le supuso el más duro castigo que nunca recibiría, Vigil nunca se arredró y continuó verbalizando por escrito aquello que pensaba.

En diciembre de 1916, el alcalde de Oviedo, Marcelino Fernández, respondía de manera calumniosa desde las columnas del diario de Gijón El Noroeste a otro artículo publicado por Vigil en las páginas de El Socialista, en el que se había criticado la gestión municipal de los precios del carbón:

«Para hablar de la tasa del carbón no necesitaba Vigil hablar de mi política, como yo no quiero hablar para nada de sus trapicheos mercantiles, con gran apoyo de la burguesía de extrema derecha, ni de sus contubernios políticos con ésta»39.

El alcalde ovetense también acusaba al socialista gijonés de ser socio de Máximo García, un carbonero que se lucraba vendiendo la piedra de combustible a un precio mucho mayor que el municipal. Ante estas acusaciones, el carbonero dirigió una carta a los dos periódicos en los que había surgido la polémica. En El Noroeste, las catorce cuartillas exculpatorias remitidas por el señor García, las resumieron en tres puntos, siendo uno de ellos el que afirmaba que Vigil Montoto no era socio suyo40

El Socialista también publicó un extracto de la carta remitida por el carbonero. El periódico asturiano aprovechó para atacar de nuevo a Vigil no sin cierto cinismo. Después de su esmerado ejercicio de resumen sobre el texto de García, El Noroeste acusaba al rotativo socialista de podar una referencia del carbonero al cargo del socialista gijonés y hacía chanza de ello:

«(…) El comunicado fue sujeto en El Socialista a una verdadera censura. El lápiz entró en él a sangre y fuego (…) Y así hemos visto con profunda pena que allí donde el comunicante, muy ufano decía: El indiscutible e insustituible jefe so-cialista de Oviedo, don Manuel Vigil Montoto, el censor metió el lápiz y dejósolamente un Manuel Vigil a secas, pelado, que casi es una burla (…) El Sr. Vigil Montoto necesita a su aparición ir precedido de varios adjetivos encomiásticos y sonoros como heraldos, batidores y fanfarria de trompetas, aunque parezca mucha fanfarria (…) Nuestro comunicante tiene una gran fe en el Sr. Vigil, acaso porque sepa a dónde conduce un marxismo superficial, pero bien administrado, aplicado especialmente a la previsión, al carbón y a otras mercaderías. Pero, según parece, en El Socialista no tienen la fe del carbonero, sencilla o doble (…)»41

La inquina de El Noroeste hacia la figura del líder metalúrgico se mantuvo constante durante décadas. En 1932, el diario gijonés —que en su origen se intituló como republicano— atacaba de nuevo duramente a Vigil, a cuenta del dictamen de la Comisión de Incompatibilidades del Congreso en el que se limitaba el número de cargos que podían simultanear los diputados:

«Este D. Manuel Vigil y Montoto, dueño y señor de la Caja Asturiana de Previsión, diputado a las Constituyentes, inspector delegado del Instituto Nacional de Pre-visión, dinámico viajante oficial, y no sabemos si algo más, es un hombre terri-ble haciendo números. Tan terrible como su ‘republicanismo’, del que, al fin, nos enteramos ahora, nosotros que lo hemos visto triunfar bajo todos los cielos, como un elegido de los dioses (…) Don Manuel no niega que la multiplicidad de cargos exista, sino que los diputados de su comunidad, en vez de cuarenta y pico duros diarios, que Carreres les adjudica, solo sacan unos trece duros mal contados.

»¡Habrá que ver los gazapos  que se habrá dejado escapar don Manuel!

»En picos, palas y azadones… ¿Cuánto, con Manuel, cuánto?

»No hablemos de las dietas. Solo en dietas son buen número los diputados correligionarios de don Manuel que cuando viajan a través de España se aproxi-man bastante a los ‘trece’ y cuando lo hacen al extranjero, a hacer la felicidad de España, los duplican (…)»42

Buen gestor y experto en políticas sociales

Uno de los rasgos más notables de Manuel Vigil Montoto es su profundo conocimiento teórico y práctico de los sistemas de previsión social de su tiempo. Abundantes son los textos que dejó escritos sobre la materia, sobre todo en el aspecto divulgativo, tratando de convencer a los obreros de la bondad para su bienestar de estos sistemas. Una de sus obras más destacadas en este terreno es la titulada Los retiros obreros en España y otros países, que publicó por entregas en los diarios Heraldo y El Socialista, en la que analizaba la legislación de previsión social de España en comparación con la de sus vecinos europeos. 

Pero, el líder de los metalúrgicos asturianos no se quedó en un mero teórico. Aprovechó su capacidad política para impulsar y formar parte de destacados proyectos; siendo su principal legado la aportación que hizo al Instituto Nacional de Previsión, donde ejerció de delegado en Asturias y ocupó la secretaría de la Caja de Previsión Asturiana.

Asimismo, en el terreno gestor destacó su participación como presidente de la Cooperativa de Casas Baratas «Pablo Iglesias», cargo en el que estuvo al frente durante la República. La experiencia cooperativa de Vigil se remonta a sus comienzos, donde su gestión de la cooperativa de consumos de Gijón fue todo un éxito, costándole duros ataques de sus adversarios políticos.

Diputado de las Cortes Constituyentes republicanas

Vigil nos relata en sus memorias como, tras proclamarse la República y convocarse las primeras elecciones, un día se presentaron en su oficina del Instituto Nacional de Previsión —INP— sus compañeros y amigos Ramón González Peña, Belarmino Tomás y Amador Fernández para ofrecerle un puesto en la candidatura socialista asturiana43. Él, con su modestia habitual, rechazó la oferta en primera instancia, pero tras consultar con sus jefes en el Instituto —Inocencio Jiménez y Manuel Ródenas—, estos le hicieron reflexionar sobre la importancia de poder defender desde el escaño la utilidad de los seguros sociales. Por lo que finalmente aceptó.

El líder de los metalúrgicos asturianos obtuvo su acta de diputado, en las elecciones a la Cortes Constituyentes de junio de 1931, gracias a 76.303 votos de los 119.244 emitidos —más del 63% de los sufragios—. Esto le permitió ocupar el octavo escaño de los 16 correspondientes al principado. En la representación parlamentaria del socialismo asturiano, le acompañaron: Teodomiro Menéndez —83.087 votos—, Amador Fernández Montes —78.662 votos— y José Mouriz Riesgo —77.260 votos—. Completaban la candidatura astur de la conjunción republicano socialista: Álvaro de Albornoz, Julián Avesta, José Buylla, José Díaz Fernández, Leopoldo Alas, Cándido Martínez, Ramón Pérez de Ayala y Manuel Rico Abello.

Con los datos recabados de diversas fuentes hemos podido reconstruir la distribución del voto recibido por Vigil Montoto en 57 concejos de los 78 que formaban la provincia de Oviedo en aquel momento. Siendo Oviedo el lugar  en el que obtuvo su mejor  resultado en cantidad de votos —8.105— y Pesoz, el peor —con tan solo tres—. 

Con relación al resto de candidatos, logró su mejor puesto en Llanes y Cabrales. En ambos municipios quedó en cuarto lugar, a muy poca distancia del más votado. En el primero de estos concejos, tan solo le separaron 65 votos de su compañero de filas Teodomiro Menéndez, que con 1.892 refrendos se situó a la cabeza. En la segunda localidad, la diferencia fue aún más pequeña. Apenas le faltaron 12 votos para poder disputar el triunfo logrado por el candidato republicano Álvaro de Albornoz.

Por contra, en su ciudad natal quedó en octava posición, a más de 700 votos del primero. Plaza que ocupó de nuevo su compañero ovetense Teodomiro Menéndez, con 2.519 papeletas. Y la peor posición la logró en Oviedo, quedando en décimo lugar —a pesar del gran volumen de refrendos recabados— a casi 1.500 votos, una vez más, de Teodomiro Menéndez44.

Volvería  repetir candidatura a diputado por la provincia de Oviedo en las elecciones de 1933, aumentando en casi 6.000 votos el apoyo popular recibido dos años antes. Sin embargo, en esta ocasión no obtuvo escaño, quedando en octavo lugar de la candidatura socialista asturiana, que repitió la misma representación parlamentaria de cuatro diputados45.

Dentro del grupo parlamentario socialista, Vigil era de los más veteranos. Por edad, formaba parte del grupo generacional en el que se encuadraban Francisco Sanchís Pascual —1866—, Remigio Cabello Toral y Francisco Largo Caballero —1869—, Julián Besteiro Fernández —1870—, Enrique Heraclio Botana, José Mareque Santo y Andrés Ovejero Bustamante —1871—46.

En la votación de las Cortes para elegir al primer presidente de la Segunda República, el grupo socialista se dividió. La candidatura de Niceto Alcalá Zamora fue respaldada por el voto de 58 diputados del PSOE, entre ellos el de Vigil, frente a 28 compañeros que decidieron votar en blanco.

Como él mismo admite en su libro, Vigil fue un diputado disciplinado y trabajador. Afirmación que corroboran los datos recogidos por Martín Nájera, pues asistió a más del 82% de las sesiones parlamentarias y participó en más del 76% de las votaciones47. Por otra parte, Vigil forma parte del reducido grupo de diputados socialistas que jamás plantearon de viva voz propuesta alguna en el hemiciclo48. Sin embargo, su actividad parlamentaria fue incesante. Su principal tarea legislativa se desarrolló  en las comisiones de Hacienda, Trabajo y Presupuestos. Asimismo, desde su escaño medió en la consecución de mejoras para su región. 

A comienzos de 1932, interpelaba a los ministros de Hacienda —Jaime Carner, de Esquerra Republicana de Catalunya— y de Obras Públicas —su compañero de filas Indalecio Prieto— con relación al estado de las obras del ferrocarril entre Gijón y El Ferrol. La respuesta de estos, indicándole que el avance de las vías férreas entre ambas localidades tenía que «ajustarse, como los demás, al ritmo» que resultase «de un estudio a fondo de la cuestión»49, no le convenció. Inasequible al desaliento, remitió una carta al alcalde de la ciudad gallega afectada en la que le expresaba la necesidad «de llevar a cabo una acción colectiva para lograr la legítima aspiración de Galicia y Asturias»50.  Pocos meses después el alcalde de Gijón, Gil Fernández Barcia, inició una campaña en pro de la finalización de las obras del ferrocarril que contó con el apoyo de Vigil y de otros destacados socialistas asturianos, como Teodomiro Ménendez, que en aquel entonces ocupaba el influyente puesto de subsecretario del Ministerio de Obras Públicas51.

En su imparable tarea parlamentaria, durante el mes de junio formó parte de la comisión de diputados que estudió el problema  de las cooperativas de casas baratas y promovió una proposición de ley que agilizara los trámites administrativos y financieros para que las cooperativas pudieran afrontar las edificaciones. Una iniciativa con la que, al mismo tiempo, se esperaba animar el mercado de la contratación de obreros por parte de la industria de la edificación, reduciéndose las alarmantes cifras de parados52.

Otra de sus iniciativas parlamentarias más destacadas, en pro de su Asturias natal, consistió en la redacción de un proposición de ley, en octubre de 1932, para permitir que la Caja Asturiana de Previsión Social adquiriera en Oviedo el edificio del antiguo Colegio de Santiago Apóstol, más conocido como Colegio de los Verdes, situado en la plaza del Carbayón. La finalidad de la ley, que constaba de un solo artículo, era dar validez legal a la compra que la entidad previsora astur había hecho en enero de 1930 del citado centro estudiantil53. Para sacar adelante este proyecto legislativo, Vigil contó con el apoyo de los diputados Francisco Sanchís, Enrique Botana, Ramón González Peña, Manuel Rico Avello y Luis López Dóriga. La proposición fue aprobada por el pleno un mes más tarde y entró en vigor el día 6 de diciembre.

Una vez aprobada la ley, el antiguo edificio fue derribado y en su solar se levantó la nueva sede de oficinas de la Caja que, hasta entonces, habían estado ubicadas en el número 39 de la calle Argüelles. Con su habitual inteligencia, Vigil supo seguir el sabio consejo que le habían dado Jiménez y Ródenas para defender desde su escaño todo lo referido a los seguros sociales.

En esa línea hay que destacar que también dirigió ruegos por escrito a los ministros de Trabajo y Hacienda sobre la creación del Instituto de Crédito para la construcción de casas baratas.

Mientras fue diputado, compatibilizó su actividad parlamentaria con la de otros cargos retribuidos. Como inspector de Seguros Sociales en Asturias, Vigil Montoto ganaba 9.000 pesetas. Asimismo, recibía 30 pesetas por cada una de las sesiones de la Comisión asesora Patronal y Obrera, en la que era vocal adjunto54. Y como diputado percibía 1.000 pesetas mensuales en concepto de dietas. Por ser vocal del consejo directivo de la Caja Asturiana de Previsión no cobraba nada.

Como hemos visto anteriormente, por hacer compatible toda esta labor política y gestora —a él y a otros muchos socialistas— la derecha le atacó duramente en la prensa, acusándole de «enchufismo» y de lucrarse a costa del Estado. 

Según él mismo aclara en sus memorias, puesto que ya contaba con un sueldo, repartía los ingresos de diputado de la siguiente manera: 500 pesetas para la caja de la Federación Socialista Asturiana; otras 200, para la oficina parlamentaria del grupo socialista; 100, para El Socialista y el resto para cubrir sus gastos. Esta generosa actitud de Vigil, era habitual entre otros diputados de su grupo, como Besteiro.

La promulgación de la Ley de Incompatibilidades y la «estricta y severísima» interpretación que la comisión parlamentaria creada al efecto hizo de la misma obligó a muchos de los diputados socialistas a tener que elegir entre la representación parlamentaria o el cargo en otra institución. El criterio que la Comisión Ejecutiva del PSOE impuso a sus parlamentarios establecía que estos debían «optar por el acta de diputado». Por lo que Vigil tuvo que dejar sus cargos al frente de la Caja Asturiana de Previsión, como vocal de la Junta Consultiva de Seguros y su puesto de inspector del INP55.

Con motivo de la crisis de Gobierno de junio de 1933, en la que Alcalá Zamora propone a Indalecio Prieto la formación de Gobierno, Vigil Montoto, junto a Vidarte y Moreno Mateo apoyará las gestiones del bilbaíno para conseguir la incorporación de los radicales, según solicitaba el presidente del Gobierno. Sin embargo, Largo Caballero se opuso tajantemente. Cuando el asunto se votó dentro del grupo socialista, solo votaron 45 diputados de los 110. De ellos, 25 votaron en contra y 13 a favor. Por lo que Prieto acabó declinando el encargo de Alcalá Zamora.

La ruina de la guerra

Tras las nuevas elecciones, en noviembre de 1933, en las que se produjo el triunfo de la derecha y  Vigil no logró repetir escaño, el líder de los metalúrgicos asturianos se reintegró plenamente a su actividad en el INP.  En este puesto permaneció hasta que el 18 de julio de 1936 fracasa la asonada militar encabezada por un grupo de generales reaccionarios —entre ellos Francisco Franco— y el país se ve abocado a la guerra civil.

La rebelión del ejército coge al socialista gijonés en Madrid, ciudad que permanece leal a la República. Sin embargo, el camino de vuelta a Asturias se haya bloqueado por el ejército rebelde, lo que impide que  Vigil pueda volver a su puesto en el INP. En lugar de permanecer ocioso, como seguía cobrando puntualmente el sueldo de su plaza, se ofreció a trabajar sin retribución en la Junta de Defensa de la capital. Ofrecimiento que no será tenido en cuenta.

Cuando en el mes de noviembre se traslada el Gobierno a Valencia, el consejero delegado del INP llama a Vigil para que se desplace a la capital del Turia y asuma el cargo de delegado de la Inspección General de Seguros Sociales. A medida que avanzaban las tropas rebeldes, con un general Franco convertido ya en comandante supremo de todas ellas, el Gobierno se vio obligado a desplazarse de nuevo a finales de 1937. En esta ocasión, desde Valencia a Barcelona. Y el INP y todo su personal le siguió.     

En la capital catalana, cuenta Vigil en su autobiografía, que contactará con un gran número de paisanos socialistas con los que, a comienzos de 1938, constituirá la Agrupación Socialista de Asturianos, a la que será propuesto como presidente. Sin embargo, no podrá aceptar el cargo pues será desplazado nuevamente por el INP a Valencia.

Cuando terminó la guerra, Vigil Montoto quedó en un situación económica muy precaria, como él mismo relata: «como pasaba cuatro años de la jubilación, pasé al estado de pasivo, con la pensión de la cuarta parte de mis ingresos habituales  en los quince años anteriores. Esto, y la pérdida de la mitad de mis ahorros, por las disposiciones oficiales del bloqueo y desbloqueo de 1939, es lo que saqué en limpio al inaugurarse la nueva era política».56

Ya no regresaría a su Asturias natal. Fijó su residencia en Valencia hasta su muerte, a la longeva edad de 92 años. Desde el exilio en Francia, su amigo y discípulo, Aurelio Guerra Rivera le dedicaba un extenso artículo en Le Socialiste, donde remarcaba la energía que Vigil mantuvo hasta el último de sus días: «Todavía ayer, agobiado por la dictadura y por el peso abrumador de su edad avanzada, se resistía a una vejez inactiva. Sufría en su entraña por la opresión que tortura al obrero español. Pensaba en el porvenir de la juventud trabajadora. Soñaba con la futura España redimida por la democracia y el Socialismo. Se resistía a morir sin terminar el apostolado que embargó toda su vida.»57


Notas:

1 En su autobiografía, Vigil denomina al Casino Federal como Casino de Unión Republicana, nombre con el que era conocido entonces popularmente, propiedad del partido en el que militaba. También era denominado Casino de la Fusión. Consideramos esta aclaración importante para que el lector no confunda la formación en la que militó Vigil con la Unión Republicana que fundaron Nicolás Salmerón y Alejandro Lerroux, más de una década después.

2 SHUBERT, Adrian. Historia Social de España (1800-1990). Editorial Nerea. Madrid, 1991, p. 209.

3 SHUBERT, Adrian. Ob. cit, p. 210.

4 El Socialista, 15 de junio de 1894.

5 Según el propio Vigil Montoto, en 1903 la estructura del movimiento obrero asturiano era la siguiente: «actualmente hay en Asturias obreros organizados para luchar contra la clase patronal, siguiendo una u otra tendencia, 6.800, distribuidos en 54 colectividades, de los que 2.800 pertenecen a las 22 agrupaciones socialistas, y 2.600 con 25 sociedades que observan la táctica que estos aconsejan. El resto, 1.400 individuos con 7 organismos (uno de ellos, el de la Felguera tiene (…) 1.300 asociados), sigue a los anarquistas». La Revista Socialista, mayo de 1903.

6 «Una charla con Manuel Vigil Montoto». Norte, 12 de octubre de 1930.

7 MORATO, Juan José. «El Centro Obrero de Oviedo», Heraldo de Madrid, 13 de junio de 1909.

8 GUERRA RIVERA, Aurelio. «Ha muerto Manuel Vigil Montoto». Le Socialiste, 1 de febrero de 1962.

9 VIGIL MONTOTO, Manuel. Recuerdos de un octogenario. Editorial Pablo Iglesias. Madrid, 1992, p. 266.

10 GIRÓN, José. Sindicato Obrero Metalúrgico Asturiano 1913-1937, Ed. UGT-Metal Asturias, Oviedo, 1998, p. 60.

11 GIRÓN, José. Ob. cit., p. 61.

12 Según Girón, el Comité quedó compuesto de la siguiente manera: Ramón Fanjul, por Gijón; Eduardo de la Vega, por Oviedo; Ramón Valdés, por Mieres; Faustino Villa, por Ablaña; José Seijas Vega, por El Musel; y Constantino González por Arnao.

13 Rafael González ocuparía el puesto de tesorero y Rafael Díaz el de secretario adjunto. GIRÓN, José. Sindicato Obrero Metalúrgico Asturiano 1913-1937. Ed. UGT-Metal Asturias, Oviedo, 1998, p. 62.

14 GIRÓN, José. ob. cit., p. 62

15 Acta de Comité de la Federación Nacional de Obreros Metalúrgicos de 2 de abril de 1914. Federación Metalúrgica. Actas del Comité de1912 a 1917. Fundación Anastasio de Gracia-FITEL. Madrid, 2011, p. 89.

16 VIGIL MONTOTO, Manuel. Ob. cit., p. 266.

17 Acta de Comité de la Federación Nacional de Obreros Metalúrgicos de 11 de febrero de 1915. Ob. cit., p. 128.

18 Acta de Comité de la Federación Nacional de Obreros Metalúrgicos de 20 de mayo de1915. Ob. cit., p. 146.

19 Acta de Comité de la Federación Nacional de Obreros Metalúrgicos de 10 de junio de 1915. Ob. cit., p. 152.

20 Acta de Comité de la Federación Nacional de Obreros Metalúrgicos de 19 de agosto de 1915. Ob. cit., p. 162.

21 Actas de Comité de la Federación Nacional de Obreros Metalúrgicos de 7 de octubre y 11 de noviembre de 1915. Ob. cit., pp. 168 y 172.

22 Acta de Comité de la Federación Nacional de Obreros Metalúrgicos de 9 de diciembre de 1915. Ob. cit., p. 176.

23 Acta de Comité de la Federación Nacional de Obreros Metalúrgicos de 23 de diciembre de 1915. Ob. cit., p. 179.

24 Acta de Comité de la Federación Nacional de Obreros Metalúrgicos de 27 de enero de 1916. Ob. cit., Madrid, p. 185.

25 En cuanto a la cifra real de afiliados que reunió durante el trienio 1923-1916 el Sindicato Metalúrgico Asturiano, Jesús Jerónimo Rodríguez González, en La cultura sindical en Asturias (1875-1917) aporta otros datos citando fuentes de El Socialista, el Boletín del Instituto de Reformas Sociales y El Noroeste que hablan de 816 afiliados para junio de 1913, más de 1.800, en junio de 1916, y entre 750 y 850 como la cifra estacionaria en la que se mantuvo durante mucho tiempo la organización.

26 VIGIL MONTOTO, Manuel. Ob. cit., p. 20

27 En su autobiografía, habla de haber reunido toda su poesía en un tomo y de haberlo dejado en herencia a su familia el día que cumplió 80 años. Desgraciadamente no hemos hallado noticia del paradero actual del mismo.

28 Gómez Rodríguez, José Antonio. «Notas de música en la Asturias del 98». Arte e identidades culturales: Actas del XII Congreso Nacional del Comité Español de Historia del Arte. Universidad de Oviedo. Oviedo, 1999, n. 19, p.265.

29 Borrador del libro ABC del socialismo. Apuntes de una historia de las luchas sociales desde los tiempos antiguos hasta nuestros días. Archivo de la Fundación Barreiro. Signatura: AFJB. 243-1.

30 Su nombre aparecía como miembro de una extensa lista de articulistas destacados de la citada publicación en una publicidad insertada en Tiempos Nuevos. Sin embargo, hemos revisado la colección completa de Democracia conservada en la Hemeroteca Municipal de Madrid y no aparece su firma en ningún artículo.

31 VIGIL MONTOTO, Manuel. Ob. cit., p. 69.

32 La Aurora Social, 18 de enero de 1902.

33 La Aurora Social, 25 de enero de 1902.

34 Puede encontrar el citado artículo en el apartado de Ideas y reflexiones, p. 109.

35 La Aurora Social, 23 de enero de 1903.

36 La Aurora Social, 23 de enero de 1903.

37 La Aurora Social, 15 de octubre de 1909.

38 La Aurora Social, 22 de octubre de 1909.

39 «En defensa de la verdad», El Noroeste, 30 de diciembre de 1916.

40 «El socialista Vigil no se ocupa de negocios pequeños», El Noroeste, 5 de enero de 1917.

41 «Películas cómicas», El Noroeste, 10 de enero de 1917.

42 El Noroeste, 4 de noviembre de 1932.

43 VIGIL MONTOTO, Manuel. Ob. cit., pp. 327-330.

44 Datos extraídos de El Noroeste, 30 de junio de 1931.

45 Los socialistas asturianos que consiguieron su acta en esta ocasión fueron: Teodomiro Menéndez Fernández —85.386 votos—, Matilde de la Torre Gutiérrez —84.450 votos—, Amador Fernández Montes —83.759 votos— y Veneranda García-Blanco Manzano —83.130 votos—.

46 MARTÍN NÁJERA, Aurelio. El grupo parlamentario socialista en la Segunda República: estructura y funcionamiento. Fundación Pablo Iglesias. Madrid, 2000, p. 161.

47 Votó 414 veces, de las 543 votaciones realizadas; y asistió a 170 de las 207 sesiones.

48 Según Martín Nájera, el grupo lo completan: José Aceituno, Amós Acero, Aurelio Almagro, Domingo Alonso, Remigio Cabello, Juan Carreño, Miguel Castaño, Amador Fernández, Celestino García, Rafael García-Duarte, Vicente Hernández, Juan Lozano, Florentino Martínez, José Morales, Alejandro Otero, José Piqueras, Francisco Sanchís, Juan A. Santander y Domingo de la Torre.

49 «La paralización en las obras de los ferrocarriles de nueva construcción», Heraldo de Madrid, 16 de febrero de 1932.

50 Ibídem.

51 La Prensa, 28 de junio de 1932.

52 Nuevo Mundo, 17 de junio de 1932.

53 Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados, 26 de octubre de 1932.

54 MARTÍN NÁJERA, Aurelio. Ob. cit., p. 311.

55 Los entrecomillados han sido extraídos de MARTÍN NÁJERA, Aurelio. Ob. cit., pp. 316-317.

56 VIGIL MONTOTO, Manuel. Ob. cit., p. 345.

57 GUERRA RIVERA, Aurelio. Ob. cit.

Manuel Vigil Montoto
(1870-1961)