«Trabajadores: muy mal
los negocios marchan hoy,
más yo tacaño no soy
y os pago muy buen jornal.
Conseguí con mi talento,
lo digo con altivez,
entregaros siempre diez
quedándome yo con ciento.
Más hoy los capitalistas
Somos cruelmente tratados
por esos pillos, malvados,
que se llaman socialistas.
Nuestra ruina es inminente
con la socialización
de los medios de producción
que quiere toda esa gente.
En contra del Socialismo
deben patronos y obreros
unirse siempre sinceros,
¿no pensáis todos lo mismo?
Pues si pensamos igual
gritemos con alegría:
¡Viva la paz y armonía
del Trabajo y capital!»
—
Así un burgués se explicaba
de sus obreros delante,
y mostrándose arrogante
el muy tuno continuaba:
«¡Unámonos todos, sí,
y vea el trabajador
en mí siempre al protector.
como lo he sido hasta aquí!
¡No es esto una farsa, no,
os hablo con interés…!»
— ¡Alto ahí, señor burgués!
un obrero interrumpió —
Mi equivocación no explicó.
¿Con qué estaba usted hablando…?
Pues creí que rebuznando
Estaba como un borrico
Y tomándole por tal,
Sus palabras al oír,
estuve para decir:
¡A la cuadra ese anima!
—
A estas palabras siguieron
de toda la reunión
murmullos de aprobación
que al buen burgués ofendieron.
Viendo de este la falsía
los obreros se asociaron
y todos juntos gritaron:
¡Abajo la burguesía!