Colección Memoria de Hierro

Revoltillo1

La Aurora Social, 22 de julio de 1904

Cumpliendo el encargo que me dio el director de este periódico, hago este revoltillo, escribiendo cuartillas a porrillo, que a la insulsa hojarasca sustituye… y sin más el exordio aquí concluye.

Dichosa sociedad burguesa donde son felices los que no son desgraciados y tienen por padrino a Maura, el católico gobernante que hizo catedrático de la Universidad Central a un tan Tormo.

Este Tormo que nunca fue un obrero que con su trabajo enriqueciera la humanidad, tuvo la suerte de prestar servicios domésticos a Maura, y este le convirtió en catedrático, que enseñará a los lectores como de simple individuo de la especie humana le hicieron diputado los republicanos de un distrito de Valencia, y dando vueltas a la noria paso a ser maurista, acabando al fin por chupar un sueldo del Estado a costa de lo que ya va siendo un artículo de lujo en los políticos españoles.

En cambio, si Maura se mostró activísimo para pagar a Tormo con el presupuesto nacional la enseñanza que prestó a sus hijos, parece una carreta para indultar a los reos de Alcalá del Valle, porque sin duda le gusta que en el extranjero se hable de los martirios que sufren los presos españoles en las cárceles bajo el patronato del Corazón de Jesús.

Y menos mal que para consolarnos de estos desaguisados, tenemos La Nueva Región, el semanario federal gijonés, que para contestar lo dicho en la fenecida hojarasca burguesa, y de paso demostrarnos que el que con niños se acuesta etc., copia lo dicho por nosotros acerca del entierro de un querido amigo nuestro, comiéndose una coma, a fin de que parezca que, efectivamente, tienen razón los regioneros.

Afortunadamente no siendo amigos de perder el tiempo con chicos traviesos, lo olvidamos pronto para pensar en la horrible tragedia de Puerto Arturo, si fuera cierto que el día 11 del corriente perecieron treinta mil japoneses por la explosión de unas minas, obra de los rusos.

Y ante la carnicería, no vimos la protesta airada de los grandes rotativos, que se llaman heraldos de la civilización, la que sin duda dejaron en el tintero para dar paso a la carta del senador Parres Sobrino, que resultó un Tio de órdago, diciendo que el Senado es poco menos que una casa de ñeñes, pero de menos utilidad.

Y pensando en estas cosas y en la labor de los vocales del Instituto de Reformas Sociales, pronto nos olvidamos de Parres y demás viejos del Senado, para recordar al Gobernador civil de esta provincia, D. Juan Polanco, Presidente de la Junta Provincial de Reformas Sociales, que maldito si se acuerda de cumplir las leyes, puesto que dicha Junta no se reunió todavía bajo su presidencia ni una sola vez.

¿Es usted, señor Polanco, de los que protestan contra el Instituto de Reformas Sociales, porque acordó que no se celebren corridas de toros ni se abran las tabernas los domingos? Si dice que sí, no nos extrañará que aplauda a Melquíades, Azcárate, Moret y otras lumbreras que como vocales del Instituto, no siempre están al lado de los vocales obreros, especialmente en lo que más interesa a los trabajadores.

Y este desvío de los de arriba hacia los de abajo que los engordan, y la falta de sentido político de los del gorro, explica la campaña en lo de los suplicatorios, que tanto dio que hablar en el Congreso.

Los republicanos, tragaron al anzuelo y se prestaron a lo que quiso Maura. Por esto, por los suplicatorios pendientes no se procesará a ningún diputado republicano ni a otros diputados acusados como autores de delitos comunes; pero han dado un arma peligrosa a los gobiernos monárquicos, con la que serán algún día apuñalados los de la minoría republicana.

Pero hagan lo que hagan lo que espera a la niña, que debe ser ya vieja, esto importa poco si ellos se ponen en facha para que les den cuatro azotes; lo que más preocupará ahora a las señoritas y señoritos, partidarios del presidente o del rey, será la asociación de las cocineras y doncellas, que aunque algunos desocupados lo tomen a chacota, han de dar serios disgustos a las señoras de mal genio y a los señoritos amigos de sobar carne fresca…

Si los obreros y obreras del talles y del campo se unen contra la explotación que sufren ¿por qué no hacerlo las criadas? ¡Cuántos se reirían de ellas, sin pensar en que casi a diario trabajan muchas de dieciséis a veinte horas!

El día en que las pobres chicas se declaren en huelga, seguramente no serán tan bien tratadas por la autoridad como lo son los señores tahoneros de Madrid, que en calidad y peso, estafan al público en el género que expenden y todavía no está, ninguno en la cárcel. Y es que en algo se ha de conocer que vivimos en la sociedad burguesa.

Y ¡qué caramba! no de debe ser tan mala esta sociedad, que oficialmente es en España católica, apostólica y romana sosteniendo con el dinero de los contribuyentes millares de curas, frailes y monjas, predicando la religión cristiana, y luego resulta que los mantenidos por nosotros se dedican a insultarnos, a robarnos las esposas e hijas guapas y demás espectáculos edificantes, que prueban que la religión es muy moralizadora cuando tanto morral produce.

Y pensaba hablaros, lectores de la señorita educada en un colegio de religiosas que se fugó con su novio; de la otra señorita, que se escapó con su padre…de confesión; de un cura, que en la misma iglesia parroquial golpeó a las feligresas, hermosas o feas que le desobedecieron en cuestión de vestimenta y de otra porción de casos y cosas que ocurren; pero no me dejan, y mi autonomía individual es atropellada a fin de ocupar más espacio, que hace falta para cosas más útiles que las que puede escribir el pobre de Lucas Gómez.


Notas:

1 Publicado bajo el pseudónimo de Lucas Gómez.

Manuel Vigil Montoto
(1870-1961)